Seis síntomas físicos de que un mes de confinamiento está afectando a la salud

Ha pasado un mes desde que se decretó en España el estado de alarma por el coronavirus SARS-CoV-2 y, con él, la prohibición de salir a la calle sin causa justificada. Este tiempo de confinamiento ha supuesto un cambio de hábitos radical que empieza a notarse en el cuerpo. Estos son los síntomas más comunes que se pueden experimentar durante un aislamiento tan prolongado, su origen y qué hay que hacer para aliviarlos. Un dolor de cabeza que comienza en la mandíbula Según explica Manuel Míguez, dentista y presidente de la Sociedad Española de Medicina Dental del Sueño, «esta crisis está causando estrés y ansiedad, lo que favorece la aparición de trastornos respiratorios del sueño que podrían llevar a un mayor apretamiento dentario y a la aparición o agravamiento de casos de bruxismo, un problema que produce molestias en la mandíbula, cuello, dolor de cabeza, rotura de piezas dentales…» La mejor manera de combatirlo es usar una férula por las noches, por lo que, quienes la tengan, no deben dejar de ponérsela. Para quienes no disponen de este elemento, la recomendación es rebajar el estrés manteniendo horarios y buenos hábitos de sueño en la medida de lo posible, y procurar dormir bocarriba o de lado, ya que son las posturas en las que los músculos de la cara están más relajados. Para combatir el bruxismo diurno, que también existe, el dentista recomienda «poner recordatorios por la casa [pegar un pósit en el lugar de trabajo, por ejemplo] que nos recuerden que tenemos que mantener los músculos de la boca relajados». Míguez aprovecha para señalar que si uno tiene las encías inflamadas es muy probable que haya descuidado la higiene dental. «La ansiedad propia de estos días ha hecho que muchos comieran más de la cuenta y, muy posiblemente, alimentos perjudiciales para los dientes, con exceso de harinas y azúcares», explica. Para solucionar este problema es vital mantener una buena higiene dental, lavando tus dientes escrupulosamente después de las comidas principales del día. De las irritaciones a la dermatitis «Hace un mes eran habituales los casos de irritaciones en manos y antebrazos, asociadas al lavado frecuente de manos. Sin embargo, ahora son más comunes los brotes de dermatitis», dice la dermatóloga del hospital San Francisco de Asís Esther Castaño. Y añade: «Si la piel de las manos o de los antebrazos siguen molestando, la solución es aplicar cremas hidratantes con silicona, que se fijan a la piel y resisten el arrastre del agua». Algunas personas también han notado sequedad en la piel, algo que Castaño explica que «ha sido debido principalmente a las calefacciones; esta sequedad desaparecerá cuando llegue el calor y se apaguen los radiadores». No era difícil prever ambas circunstancias, pero el aumento de la caspa es otra cosa. Los casos son ahora más comunes porque con el estrés de la situación muchos han experimentado unos brotes de dermatitis seborreica que provocan, principalmente, picores de cabeza y caspa (un problema que puede ser de dos tipos). «También puede manifestarse en enrojecimiento de mejillas, aletas de la nariz, párpados…», matiza la experta. En cuanto al tratamiento, opina que «es muy posible que el champú anticaspa se quede corto [solo funciona en los cuadros muy leves] y que sea necesario un champú de tratamiento recetado por un dermatólogo». Cuando el movimiento del tránsito interno también se limita «El sistema digestivo es muy susceptible a los cambios que realizamos en nuestra vida diaria», recuerda Federico Argüelles Arias, presidente de la Fundación Española del Aparato Digestivo (FEAD). El estrés o el nerviosismo al que estamos sometidos actualmente, sumado a la falta de movimiento y a una alimentación a veces poco cuidada, puede haber producido alteraciones en nuestro tubo digestivo, especialmente en personas que ya previamente padecían estos problemas. «Uno de los síntomas más habituales estos días es el estreñimiento, que suele venir acompañado de hemorroides e incluso dolor o distensión abdominal», explica Argüelles Arias. ¿La solución? «Llevar una dieta variada para que nuestro tubo digestivo funcione de forma adecuada, evitar el tabaco y el exceso de alcohol, y realizar algo de ejercicio por muy pequeño que sea el sitio donde estamos confinados», subraya. Según desarrolla una publicación reciente de la FEAD, «es fundamental tomar diariamente al menos dos raciones de verduras y hortalizas, unas tres piezas de fruta diarias, y de cuatro a seis raciones de cereales o derivados, en forma de cereales de desayuno, pan, pasta o arroz, preferiblemente integrales o enriquecidos con salvado de trigo, por su mayor aporte de fibra». Los mismos consejos sirven para prevenir las digestiones pesadas, la acidez, la regurgitación, el reflujo gastroesofágico y el meteorismo, que el experto vincula a «la falta de actividad, la ingesta de comidas poco saludables y llevar unos horarios distintos de los habituales». ¿Por qué no tengo sueño, doctor? Tardar en coger el sueño, sufrir insomnio, desajustar los horarios de irse a la cama y despertarse… Así se entra en un círculo vicioso, o, más bien, una espiral que gira hasta conducir el cuerpo a una patente falta de energía. Para salir de esta situación, el coordinador de la unidad de Sueño de MIP Salud Madrid, Óscar Larrosa, asegura que conviene sincronizar el reloj biológico con estímulos como la luz, que está asociada a la actividad, y la oscuridad, que llama al sueño. «Ayuda mucho exponerse a luces muy intensas y brillantes por la mañana; a ser posible que vengan de fuentes naturales, abrir ventanas, persianas, salir al patio, al balcón…. A la hora de irse a dormir hay que hacer todo lo contrario: favorecer el uso de luces cálidas y tenues. Es importante también seguir unos horarios de comidas y tratar de no cenar muy tarde». Los sueños angustiosos y las pesadillas también han aumentado debido a la situación que estamos viviendo. «Para frenarlos es importante evitar hacer actividad física y mental por la noche», explica el experto. Leer noticias sobre el coronavirus a última hora dificultará el sueño, no solo porque su contenido aumentará el nivel de ansiedad, sino también porque las luces que emiten los dispositivos electrónicos alteran los ritmos biológicos, según afirma el neurofisiólogo: «Por ello es recomendable poner filtros de noche para paliar la intensidad de la luz de estos aparatos y procurar no mirar pantallas una hora antes de irse a dormir, y mucho menos para leer noticias o trabajar». Así se acaba con el dolor de espalda y rodillas Pasar muchas horas sentado puede producir dolor lumbar, especialmente si estas horas de inactividad se pasan en el sofá. Según explica Silvia Parra, fisioterapeuta y directora de la Clínica Princesa, «cuando se está en el sofá las rodillas no forman un ángulo recto con las caderas, sino que se sitúan por encima, lo cual aumenta el riesgo de lumbalgia». Y después de treinta días adoptando esta postura durante muchas horas, el dolor puede pasar de las lumbares a otras partes de la espalda. La solución es sencilla: moverse y, siempre que se pueda, usar asientos que favorezcan una buena postura. Las rodillas tampoco se libran de los dolores; estar todo el día en zapatillas de andar por casa puede acabar causando molestias en las articulaciones de las extremidades inferiores, sobre todo si se el calzado no tiene los refuerzos adecuados. «Es recomendable aprovechar el confinamiento para andar descalzo; de este modo se estimula la musculatura de los pies y se favorece una pisada correcta», comenta Parra. Además, «las personas que usan plantillas deben ponérselas estos días cuando vayan a pasar mucho tiempo de pie en una posición estática como, por ejemplo, al cocinar», añade. Las horas sentado también son perjudiciales para los tobillos, ya que esta postura produce acortamiento de la musculatura posterior. «La solución (además de tratar de sentarse menos tiempo), es realizar ejercicios de estiramientos de los gemelos todos los días», aconseja la fisioterapeuta. Los dolores y la pesadez de piernas también pueden deberse a un empeoramiento de la circulación local. «Cuando se pasa mucho tiempo inactivo la circulación empeora». La solución es, una vez más, moverse. ¿Por qué siento que tengo arenilla en los ojos? Antes de la pandemia trabajaban en casa 2 de cada 10 personas; ahora lo hacen 6 de cada 10, y la gran mayoría necesita una pantalla para ello. «Los teletrabajadores pasan entre 8 y 11 horas mirando el ordenador, el móvil, la tablet… Pero no solo miran las pantallas los que trabajan, también los que se divierten viendo series, o pidiendo la compra, o haciendo videollamadas a sus seres queridos», explica el optometrista Jorge Rodríguez Fabuel, gerente de Gran Óptica. «Cuando les pregunto a mis clientes cuántas horas pasan delante de una pantalla estos días me contestan que sería más fácil decirme cuántas horas no lo hacen», añade. Esta nueva normalidad ha hecho que aumente la fatiga visual y las molestias oculares asociadas a ella como el picor, la sensación de tener arenilla en los ojos o la sequedad ocular, debida principalmente a la falta de parpadeo. «Los problemas de visión también producen con frecuencia dolores de cabeza y cuello», matiza el experto. Por si fuera poco, la visión puede empeorar durante el periodo de confinamiento. «Nuestros ojos están diseñados para ver a largas distancias. Vemos peor porque pasamos muchas horas mirando en el plano corto y, además, porque la luz de alta energía que emiten las pantallas, sumada a los brillos y reflejos que proyectan, también afecta muy negativamente a nuestra visión», comenta el optometrista. «Para paliar los efectos oculares de un exceso de pantallas es recomendable seguir la regla del 20-20-20: cada 20 minutos mirar durante 20 segundos a un objeto que esté a 20 pasos (unos 6 metros) o más. Para combatir reflejos, brillos y la luz azul violeta, lo más indicado es usar lentes con filtro específico para estas emisiones. Otra opción es reducir la intensidad de luz de las pantallas, usar los filtros nocturnos que tienen estos aparatos para limitar la emisión de la luz nociva de alta intensidad y no usarlos a oscuras: siempre es mejor encender una luz de ambiente para mirar una pantalla». Si los problemas de visión persisten o van a peor es conveniente hacerse una revisión visual en la óptica cuando termine el confinamiento, ya que es posible que la graduación que teníamos no fuera la adecuada para las actuales exigencias de enfoque: «En estos casos, el optometrista debería revisar la visión del paciente y determinar si es necesario un cambio de graduación», concluye el experto.

Fuente: El País.

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